A veces nos olvidamos de que los profesionales sanitarios, fisioterapeutas incluidos, pueden desempeñar sus funciones más allá de los hospitales y los centros de salud. Centrándonos en el caso de la fisioterapia, resulta complicado encontrar legislación en la que se mencione específicamente al fisioterapeuta como un componente básico de los núcleos de trabajo en los distintos ámbitos en los que se requiere asistencia sanitaria. Sin embargo, eso no quiere decir que nuestras posibilidades laborales se limiten a esperar a que nos llamen de la bolsa del SAS.
Algunas posibilidades de trabajo para los fisioterapeutas son los centros educativos generales y especiales (sobre todo los segundos, en los que el fisioterapeuta tiene una sala propia y aplica un tratamiento individualizado a los niños dentro del horario escolar), las instituciones estatales, autonómicas y municipales (por ejemplo piscinas o centros deportivos), las asociaciones y federaciones (aunque no todas disponen de medios económicos para pagar a sus colaboradores), las mutuas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales (muy a tener en cuenta sabiendo que España es uno de los países europeos con mayor siniestralidad laboral) y las empresas. En esto último es donde quiero centrarme.
En España, la figura del fisioterapeuta de empresa no está muy instaurada, al contrario que en los países nórdicos o en Brasil, que está oficialmente reconocido. De hecho, en el Real Decreto 843/11 de 17 de junio, por el que se establecen los criterios básicos sobre la organización de recursos para desarrollar la actividad sanitaria de los servicios de prevención, se menciona la figura del especialista en medicina del trabajo o medicina de empresa, pero solo aplicada a médicos y enfermeros.
Resulta irónico que no se contemple en España la figura del fisioterapeuta del trabajo, puesto que según la III Encuesta Nacional de condiciones de trabajo realizada en 1998, los trastornos musculoesqueléticos suponen el 80% de las enfermedades profesionales, además de la primera causa de incapacidad en el sector industrial. ¿Y qué mejor profesional que un fisioterapeuta para valorar las condiciones de trabajo desde un punto de vista ergonómico? ¿Hay otro profesional sanitario que pueda dar mejores recomendaciones a la hora de promocionar la salud laboral y prevenir las enfermedades propias de los trabajos manuales?
Si el fisioterapeuta forma parte del Servicio de Prevención y Servicios Médicos propios de las empresas, se potenciarían los beneficios para la empresa y trabajadores, pudiendo los últimos recibir dicha asistencia en la propia industria y por profesionales que conocen la actividad laboral perfectamente. Esto permite importantes ventajas en el pronóstico, eficacia en el tratamiento por ser precoz, y orientar la recuperación de las lesiones no solo a la función general del área lesionada, sino también en la específica que debe desarrollar en el puesto de trabajo. Además, el empresario ahorraría horas de trabajo perdidas en el desplazamiento a las instalaciones de la mutua y podría ser asesorado acerca de la posibilidad de cambios temporales del puesto de trabajo de la persona afectada o de correcciones para su puesto habitual. Todo encaminado a mejorar la calidad de vida del trabajador afectado en primer lugar y a reducir en lo posible las pérdidas económicas en segundo lugar.
Claro está, para potenciar la figura del fisioterapeuta del trabajo se debería incluir en los programas educativos, o bien en cursos de posgrado, una formación específica para permitir la inmersión del fisioterapeuta en el ámbito empresarial.
Para más información acerca de la figura del fisioterapeuta de empresa pongo a vuestra disposición el siguiente artículo, publicado en el año 2007 en la revista Fisioterapia: La figura del fisioterapeuta de empresa, un reto para la fisioterapia en España. De él he obtenido los datos referidos a lo largo de esta entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario