jueves, 31 de diciembre de 2015

La lección de Malumar

A finales de junio, cuando terminé mi contrato en LIRA, una paciente (de las más agradecidas que he conocido en mi breve experiencia) me regaló una maceta de Anturio. Como yo le pongo nombre a casi todas mis cosas, y siendo esta un ser vivo, decidí llamarla Malumar, haciendo un anagrama con el nombre y apellidos de esta paciente, para no olvidar que me la regaló ella.

Al principio me preocupó un poco la idea, porque mi casa tiene muy mala orientación solar para tener plantas, y me resultó muy traumática la agonía de mi primera planta, Mileena (si os gusta Mortal Kombat pillaréis el nombre), una planta carnívora que mi hermano me regaló porque me hacía muchísima ilusión. Además, he heredado la mano gafe de mi madre con las plantas.

Aun así era un regalo, y de una paciente, así que me propuse hacerme cargo de su crianza.


maceta de anturio
Algo así era Malumar en sus días mozos.