viernes, 24 de octubre de 2014

¿El deporte es salud? Estudio de un caso (el mío)

El 29 de agosto me apunté a un gimnasio de mi barrio con una oferta por dos meses. Es la primera vez que voy a un gimnasio. Es más, aunque sea vergonzoso, es la primera vez que hago deporte voluntariamente.

¿Por qué tomé esta decisión? Por tres motivos fundamentales:
  1. Predicar con el ejemplo. No es muy serio reñir a los pacientes y decirles que tienen que hacer ejercicio porque "el movimiento es vida", cuando pierdes el aliento sujetando la pierna de un paciente un poco más grande que la media por llevarla al punto de no dolor al hacer la técnica de Jones.
  2. El cuerpo me lo pedía. Siempre he sido muy machacona con los estudios, así que en bachillerato y durante la carrera me he privado de muchas actividades "extraescolares" para poder sacar los estudios sin el agobio de atender otras obligaciones autoimpuestas. Y eso se nota. Sobre todo cuando mi padre enfermó y quedarme en casa era obligatorio una semana detrás de otra, fue cuando me di cuenta de lo mucho que necesitaba moverme. Ya no me juego entrar en la carrera ni el título, así que es el momento para convertir el deporte en un hábito.
  3. Pagando duele más. Claro que no hace falta pagar para hacer deporte. Como fisioterapeuta, tengo recursos (y compañeros con más recursos todavía que yo) para diseñarme un plan de entrenamiento. Pero nunca había hecho deporte antes, y sabía que yo sola no iba a marcarme un ritmo de ejercicio. Así que me acerqué a un gimnasio que me recomendaron y pagué la matrícula sin preguntar nada más. Ya no había marcha atrás, y tenía que aprovechar el dinero gastado. Un poco drástico, pero efectivo.
Y aquí estamos, casi dos meses después. Las primeras semanas fui 5 días por semana, pero luego comenzaron las complicaciones de horario así que ahora mismo voy 3-4 días en semana. Procuro ir a clases todos los días que puedo, preferiblemente a zumba y a mantenimiento (ejercicios de piernas, glúteos, abdominales y brazos, un poco de todo); me gustaría ir a step y a pilates, pero los horarios no me vienen bien. Los días que no llego a tiempo para una clase hago 15 minutos de calentamiento en bicicleta, circuito de máquinas (supervisada por la monitora pero lo adapto con mi propio criterio) y termino con 20-30 minutos de elíptica, dependiendo del margen de tiempo que tenga.

¿Qué he notado durante estas semanas? Lo tenéis después del salto de línea.




  • Duermo mejor. Desde que mi padre tuvo el ictus, cantidad y calidad de sueño empeoraron enormemente. Si bien antes con 7-8 horas de sueño estaba perfectamente descansada, desde hace casi dos años me faltaba descanso por todos lados, y mi sueño se hizo muy ligero (se despertaba mucho por las noches). Desde que voy al gimnasio, duermo del tirón y profundamente.
  • Cero jaquecas. Padezco jaquecas desde que era muy pequeña. Herencia de la familia de mi madre: mi abuela, ella, mi hermano y yo las hemos sufrido. Ya hacía años que el paracetamol no me hacía efecto y tuve que pasarme al ibuprofeno (por el efecto de aumento de la tensión, que yo suelo tener muy baja), pero en los últimos tiempos el ibuprofeno también había dejado de hacerme efecto. Y las jaquecas eran cada vez más fuertes. Desde que voy al gimnasio, no he vuelto a tener dolor de cabeza, ni fuerte ni débil (sin contar el día de ayer, pero se lo achaco a que llevaba varios días descansando poco por el congreso y otros asuntos).
  • Menstruación sin dolor. Con el paso del tiempo, y sobre todo desde la enfermedad de mi padre, mi menstruación se ha vuelto progresivamente más dolorosa y con más sintomatología asociada (náuseas, cefalea), lo cual me dejaba totalmente incapacitada el día que me venía, y a veces los días anteriores ya empezaba el dolor. Las dos veces que he tenido la regla desde que voy al gimnasio no me ha dolido y no he tenido síntomas asociados.
  • Mejor hidratación. Habitualmente bebo muy poca agua; es algo que me cuesta porque es muy raro que tenga sed. Hacer deporte me obliga a hidratarme frecuentemente durante la actividad, con lo cual renuevo y repongo líquidos más a menudo.
  • Menos estreñimiento. Creo que no hace falta explicar esto...
  • "Buen cuerpo". Es una sensación muy subjetiva, pero hacer deporte me ha hecho sentir "más sana", más activa. He roto el círculo vicioso y ahora me apetece moverme más que en los últimos tiempos. Quién me iba a decir que llegaría un día en que me apetecería ir al gimnasio...pero es que no podemos olvidar que los seres humanos estamos diseñados para hacer actividad física.
  • Mejor humor. Cuando después de muchos meses estando regular te encuentras así de bien, ¿cómo no vas a tener mejor humor? Y por si esos cambios no son lo bastante positivos, hacer deporte me permite descargar la energía que me sobra, y las emociones contenidas; desde luego, me ayuda a llevar mejor la situación en casa.

Os habréis percatado de que no hablo de aspecto físico...Bueno, en dos meses de entrenamiento no me todo demasiada diferencia (aunque me dicen que un poco se me nota), pero es que no estoy haciendo dieta. No estoy gorda, ni me veo mal (afortunadamente ese tiempo ya pasó), así que no veo necesario restringir las comidas; al fin y al cabo, la intención de apuntarme era crear el hábito de hacer deporte habitual, y no solo para bajar de peso puntualmente. Eso sí, es verdad lo que dicen de que cuando vas al gimnasio te entra más hambre...Por si no tenía buen saque antes.

Bueno, pues estas han sido mis conclusiones con el estudio de un caso (el mío). No es el mayor nivel de evidencia científica, pero siempre es interesante experimentar estas cosas con uno mismo. ¿Qué mejor manera de guiar al paciente que habiendo pasado por el mismo sitio?



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