sábado, 4 de abril de 2015

Impresiones sobre el CAC

En esta ocasión quiero hablaros de una "primera vez" más amable. Esta Semana Santa he participado por primera vez en el Centro de Atención al Costalero que el ICPFA organiza desde el año 1999, comenzando en Sevilla y apuntándose con el tiempo Córdoba, Cádiz y Málaga. Aquí tenéis la noticia que anunciaba este año el comienzo del CAC.

Como podéis leer en el enlace anterior, la intención del CAC es educar, prevenir y tratar las lesiones propias de los costaleros (u hombres de trono, dependiendo de la provincia) al desempeñar su labor de transportar el paso.

El ICPFA proporciona trípticos con medidas básicas de higiene postural y cuidados que el costalero debería tener en cuenta desde los meses previos a la Semana Santa hasta después de sacar el paso. Además, en cada una de las provincias se establece una sede física para el CAC donde proporcionar un servicio de fisioterapia a los costaleros, previa cita, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección.




En el caso de Sevilla, donde yo he colaborado, nuestra sede fue el Centro Cívico "Las Sirenas", situado en la Alameda de Hércules. Mi turno fue el Jueves Santo, mañana y tarde (de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00).

Mi compi de facultad Pilar y yo coincidimos en el turno de mañana como fisioterapeutas hechas y derechas. Aquí estamos posando antes de comenzar la jornada, a la entrada del centro cívico y bajo un sol de justicia desde bien temprano.

Otros años se trataba a todos los pacientes en la misma sala, pero este año se han instalado boxes de tela, uno para cada fisioterapeuta. En cada box se contaba con una camilla portátil y un par de sillas. La verdad es que se podía escuchar perfectamente la charla de compañero y paciente a ambos lados, así que me sentía como en un capítulo de M.A.S.H. jejeje.

Había muchos tipos de cremas, aceites y vendajes para escoger, además de agujas para punción seca, diversos aparatos de electroterapia y algunos de termoterapia (lámparas de infrarrojos, vaya). En definitiva, pusieron a nuestra disposición material más que suficiente. Personalmente, no utilicé electroterapia con ningún paciente porque dado el tiempo de tratamiento estimado para cada costalero (20-30 minutos dependiendo de la lista de espera), ni siquiera utilizando el aparato durante la sesión completa se podía alcanzar el tiempo mínimo para obtener efecto terapéutico.

La historia clínica para rellenar con cada paciente era breve y concisa. Al parecer otros años se utilizaba una más larga, y se decidió eliminar ítems que, teniendo en cuenta el tiempo de tratamiento y la especificidad de la situación, no era necesario que estuvieran registrados. Creo que fue un acierto; dada la situación, había que centrarse en lo esencial con cada paciente.

Este era el aspecto de la sala de tratamiento en 2011. Este año la sala ha sido la misma, pero con los boxes de tela. Si consigo una foto de la sala este año la subo.

La mañana del Jueves Santo fue muy intensa en lo que a trabajo se refiere. Llegué a las 9:30 y ya había varios costaleros haciendo cola para coger un hueco de los disponibles sin cita previa. La verdad es que perdí la cuenta de los pacientes que traté; tampoco es que fueran el doble de los previstos, pero era, como diría José Mota, "las gallinas que entran por las que salen". Por el contrario, tuvimos una tarde muy tranquila, incluso con pequeños descansos entre pacientes (por lo menos yo, que tuve suerte y los que me llegaron no estaban muy perjudicados). Quiero destacar la anécdota más divertida: el paciente que intentó dar un rodeo para no contarme que trabajaba como representarte de una conocida marca de preservativos.

No puedo quejarme de mis pacientes. Excepto uno muy empeñado en que le pusiera un kinesiotape (le dije que quedaba un trozo demasiado pequeño), el resto fueron bastante "obedientes". Curiosamente, excepto dos o tres, parece que me asignaron todos los yogurines de entre 19 y 25 años. ¡No sabía que había tantos costaleros jóvenes! Lo positivo es que tanto estos como los que andaban por la treintena estaban bastante concienciados de la importancia de cuidarse durante la semana y también a lo largo del año. Muchos de ellos conocían los estiramientos que debían realizar al sacar el paso (aunque no siempre los hicieran) y la mayoría hacían ejercicio durante todo el año, con más o menos parones por su situación personal; siendo evidente, por su forma física, que decían la verdad. Otra anécdota: a través del box pude escuchar que mi compañero estaba tratando a un costalero que sacaba ocho pasos. OCHO PASOS. La verdad es que a él le tocaron todos los valientes, porque también tuvo uno de cinco pasos y algunos más en esa línea, por lo que se podía cotillear desde mi camilla.

En el almuerzo estuve con dos compañeros de Sevilla y uno de Huelva. Dos de ellos han terminado la carrera en 2014, como yo; el tercero terminó en 2007. Fue muy interesante comparar planes de estudios (los de mi edad estudiaron en Jaén), ofertas de empleo (al parecer en Huelva el panorama es bastante malo) y, sobre todo, preferencias a la hora de tratar. Fue muy curioso comprobar que los tres se decantaban por filosofías de tratamiento que hasta no hace tanto yo compartía, pero con las que ya no me siento tan cómoda como cuando estaba en la carrera. Me hizo preguntarme si realmente elegimos nosotros las especializaciones que más nos gustan, o si eligen más bien los que saben cómo vendernos la moto. Me paro a pensar en mis profesores: a algunos se les ven las intenciones a kilómetros, pero otros pueden ser más insidiosos y colarte sus ideas casi sin que te des cuenta, aprovechándose de la novedad, el misterio, la falta de información, la posición de "profesor" (si transmite es porque sabe, se supone), incluso de la simpatía. En cualquier caso, fue una conversación francamente interesante.

No es nada divertido cuando, al igual que yo, eres incapaz de aceptar una teoría sin cuestionarte sus bases. No niego que se vivía mejor sin pensar en ello, pero...No puedo.

Finalmente, quiero destacar la labor de Antonio Rodríguez Olivera (@AROterapia en Twitter) como coordinador del servicio ese día. Ha sido genial desvirtualizarlo por fin, y saber que en los próximos meses vamos a coincidir más de una vez. Tenía un poco de ese miedo que tenemos las amebas a enfrentarnos a fisios más evolucionados, pero si en algo destacó Andy el jueves fue en humildad. Muy agradecida por sus consejos y opiniones sobre cursos de fisioterapia, por el apoyo cuando tuve dudas con un paciente, y por el detallazo de ir a por café para nosotros en el turno de tarde. Y por ser como es, vaya, se agradece la habilidad para hablar de un trabajo serio con registro coloquial (yo es que eso de hablar sin bromear no lo llevo muy bien, ni siquiera en fisioterapia).

Resumiendo, participar en el Centro de Atención al Costalero ha sido una experiencia verdaderamente enriquecedora:
  • Aunque no soy capillita, me ha encantado aprender más sobre los costaleros, a los que he preguntado todo lo que he podido; además, ha sido divertido conocer este perfil de paciente.
  • También me ha gustado trabajar con otro tipo de dinámica, más ajetreada que en mi rutina pero todo un desafío profesional: con la mitad de tiempo de tratamiento que habitualmente, hay que poner los cinco sentidos para localizar las lesiones más importantes y dar con la técnica que mejor se adapte a esta situación.
  • Siempre es interesante hablar con otros compañeros, conocer nuevos puntos de vista y compartir información en base a la experiencia académica y profesional de cada uno. Afortunadamente, en cualquier evento de este tipo se brinda esta posibilidad.
  • Por no hablar de lo estimulante que es desvirtualizar a alguien nuevo. Es como un logro desbloqueado en un videojuego jajaja.
  • Y por qué no decirlo, una se siente importante cuando le regalan un polo que pone "FISIOTERAPEUTA" (aunque mis amigos piensen que no mola tanto, sí mola, es que ellos no entienden porque son de letras). Eso sí, para haber tenido que ponerme yo una talla S y que me quedara grande de cuerpo...
Si el año que viene todo va bien, me encantaría repetir. Será parecida pero nunca igual.

La Virgen de la Aurora, de la hermandad del Resucitado de Sevilla. Es mi cofradía favorita.

2 comentarios:

  1. Bea. ¡Me sonrojas! Me ha encantado conocer tus impresiones, y me alegra que hayas disfrutado con nosotros. Muchas gracias a ti por ofrecerte y por currar como lo has hecho.
    Sólo una cosilla: el CACSevilla se inicio mucho antes. No recuerdo el año de inicio, pero yo me estrené como estudiante ya en el 2002, año en el que, si no me falla la memoria, se comenzó a organizar en La Casa de la Sirena.
    Un beso enorme. ¡Nos vemos pronto!

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    1. ¡Hola Andy! (me dijeron que te dicen Andy, pero ya no sé si me he enterado mal o si solo me he tomado la confianza demasiado rápido).

      Ya he corregido la fecha. Según la página del Colegio el CAC en Sevilla lleva 16 años, mi intención era restar pero veo que se me ha olvidado cómo se hace jajajajaja.

      Que en el 2002 ya fueras estudiante me hace sentir muy pequeñaja. Seguro que ha sido interesante ver la evolución del CAC durante todos estos años: la participación, las técnicas utilizadas, el perfil del costalero...Eso también daría para una buena entrada.

      Gracias por pasarte por aquí. ¡Nos vemos en una semana! ;P

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